Aquel hombre se empeñaba en negar toda predicción acerca de su vida, porque pensaba que él era totalmente dueño de su destino. Una gitana se ofreció a leer la palma de su mano y él aceptó sólo para incomodarla contrariando sus predicciones.
La línea de la vida se detenía abruptamente.
La gitana, muy extrañada, auguró una vida longeva y próspera. Aquel hombre sonrió, exclamó en tono desafiante “¡Mentira!”, y se voló la tapa de los sesos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario